miércoles, 21 de noviembre de 2007

La radio - Tomadura de pelo.

Hoy, esta tarde para ser más exacto, he comprado un secador de pelo en unos grandes almacenes. Mi sobre-Mi me impide decir las correspondientes marcas. Me lo recomendó una vendedora muy profesional y a pesar de lo feísimo que era el aparato - de gran tamaño, plástico rosa apagado con vetas como de mármol - no me atreví a rechazar su proposición. Bueno, para ser más exacto, lo intenté. Le dije que lo encontraba un poco grande, vamos, que abultaba y que su diseño romano neo-clásico era un poco llamativo. Pero la dependiente giró la cabeza para hacer ondular su cabellera parda como una leona y me fijó detenidamente haciendo con su indice un movimiento negativo que contradecía mi opinión. Luego sonrió y sus gruesos labios descubrieron una dentadura blanca de anuncio mientras avanzaba un argumento de venta imparable. "El electrodoméstico que le propongo caballero está diseñado como los otros secadores para expulsar aire caliente sobre pelo mojado, acelerando la evaporación de las partículas de agua, y secar el cabello - dijó de manera muy profesional e insistiendo de manera muy personal en la palabra "cabello". "El electrodoméstico que le propongo caballero, repitió, es elegante, ligero, barato y dispone además de una pequeña radio incorporada. Hay pues una diferencia fundamental entre este secador y los demás... Que es... Que es..." "La radio", respondí. Y ella satisfecha repitió "La radio". ¿Que podía alegar? Cojió el secador, lo llevó a caja, se despidió y pagué. Allí me lo envolvieron en papel de aluminio como si fuera un bocadillo.
Hoy mismo, esta noche para ser exactos, he probado el artilujio. Funciona como los otros secadores de pelo, sopla aire caliente y tiene un pequeño botón que permite captar la radio. Osea que uno puede secarse el pelo mientras escucha la radio. Las instrucciones indican también que la radio y el secador son autónomos, osea que se pueden utilizar juntos o por separado, lo que ques muy práctico. Esta noche puedo cenar escuchando la radio sin tener que secarme el pelo lo que supone que hubiera tenido que lavármelo antes. Odio ducharme y por la noche porque me recuerda los baños de los domingos cuando era niño y me entran ganas de llorar de puro asco.
En la radio hablá una voz calida y sensual. Dicen las instrucciones que se pueden captar varias frecuencias moviendo la manecilla pero yo solo cojo una. Es la voz femenina de la dependienta que me vendió el secador. No recaí en lo profunda que era en el momento de la venta porque su melena parda, los labios carnosos y el esmalte deslumbrante retuvieron toda mi atención pero ahora siento su fuerza de seducción. Dice la voz las noticias del mundo : la huelga de los transportes público en Francia, la visita de Hugo Chavez a Irán, el éxito de las camelias. Dice la hora. Dice que unos grandes almacenes cuyo nombre no puedo decir aquí porque me lo impide mi sobre-mi se ahorra más. Dice que si tengo colesteról tengo que hacer ejercicio y comer mejor. He acabado la cena, he comido bien, no sé si mejor. Meto los platos en el lava-platos y sigo escuchando la radio. Subo el volumen. La voz cálidad y sensual me sigue por al salón dondé me siento a hacer un sudoku mientras sigue murmurándome confindencias la voz femenina. Busco las cifras, relleno las casillas mientras la voz femenina me susurra obscenidades que me hacen sonrojarme, a mi, tan lanzando de costumbre. Me hago el tonto y sigo rellenando las casillas vacias, concentrado en el sudoku finjo ignorarla. Oigo la voz, no la miro pero conozco sus rasgos, veo su melena leonila, es la voz de la dependienta que me ha vendio el secador,

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