Fulgurante fulgor rayo de sol que atraviesa la mente parda y blanda, pienso, de repente pienso.
Cuando mi hermano mayor de tres años marchó, como un indiano a explorar aquella tierra mítica de libertad y fraternidad que se extendía como una mancha verde más allá de los pirineos, fresca y joven como la bella Europa. Quedé solo en nuestra vieja y seca castilla con unos padres mayores y un montón de acné en la cara que me curaba a base de una crema marrón que no servía para nada y de drogas de marca registrada o ilegales : torinal, tripis, anfetas, coca y más... Pero sin ningún polvo, uy que tristeza, con lo muy bien que me hubiera venido.
Papa escribió toda su vida cuadernos que se acumulaban en uno de los 13 cuartuchos que componían nuestra casa de Cuchilleros. En la oscuridad de la despensa junto a la cocina, o en aquel cuarto de los zapatos situado en el codo de un pasillo sin fin y sin luz que reccoriamos a diario para ir de la cocina al cuarto de estar y del cuarto de estar a la concina. Allí en la oscuridad se iban acumulando y nadie los leía ni tan solo el. Mi madre hubo de moverlos y si acaso alguna cucaracha de esas negras, redondas y grandes como habas que se paseaban las noches de verano y que descubría al llegar medio borracho pero siempre con compostura a mi casa. La vida, mi vida era triste como la luz de la escalera, bombillas desnudas que se apagan cuando acaba de retumbar el traqueteo del contador, como la puerta pesada que había que empujar sin ruido para evitar que se despiertase mamá siempre alerta, raramente dormida. "Javier..." Llamaba ella. "Nada, a dormir...." Respondía yo en un tono suave pero firme, cruzando los dedos para que no se levantase y espantarla con el aliento alcolizado, los ojos vidriosos y rojos, el paso tambaleante. Desde la cama sumida en la oscurida el universo giraba como un barco y entraba en el sueño como en la casa de los padres, de contrabando, como un ladrón vergonzoso.
lunes, 23 de junio de 2008
jueves, 21 de febrero de 2008
Tu
Es como bajar una carretera en bicicleta a 100 por hora para no llegar tarde a la cita, comprobar que no se ha dejado el pellejo en la cuneta y tumbarse en el diván de su psicóloga para contarle un sueño de la noche anterior sin interés, del que no se conserva un recuerdo preciso, y sentir entonces un peligro inminente.
La tierra te recubre los ojos, los labios, se introduce por los oídos y tapona la nariz. La tierra llena la boca y te asfixia. Todo ello dura una eternidad. Y no consigues morir.
Es como beberse un vaso de agua caliente diciendo que de todas maneras lo más importante es inculcarles una buena educación, unos modales, los mínimos porque ya ves hoy como están los críos que el otro día sin ir más lejos un profesor tuvo que disculparse delante un alumno por haberle soltado una bofetada después que el chaval le hubiese tratado de hijo de puta, si, de hijo de puta. ¿Te imaginas tú lo que te hubiese ocurrido si hubieses llamado?... No, no te lo imaginas porque no hubieras podido llamar a un profesor... ¡Que digo un profesor, a cualquier un adulto !... Tratarle de hijo de puta ni de nada. Es como beberse un vaso de agua con la postura típica de los cócteles, porque estas en una de esas fiestas medio profesionales en las que se juntan los que son como tú, una panda de grafistas, que se visten todos de negro, como tú. Y de repente el vaso te sabe a agua caliente como cuando te enjuagas los dientes y sin venir a cuento le escupes el mojito de rón a la cara a tu interlocutora, una guapa grafista y no tienes tiempo de ver su reacción sino tan solo un herbajo de menta que se queda pegado a su escote como un trozo de musgo que surje del valle de sus tetas. Entonces si que te mueres.
Es como si en el momento que sientes ese peligro inminente tu psicóloga se pone a hablar de algo que nada tiene que ver con ti : un mendigo kurdo que lleva días tumbado delante de su puerta vociferando.
La tierra te recubre los ojos, los labios, se introduce por los oídos y tapona la nariz. La tierra llena la boca y te asfixia. Todo ello dura una eternidad. Y no consigues morir.
Es como beberse un vaso de agua caliente diciendo que de todas maneras lo más importante es inculcarles una buena educación, unos modales, los mínimos porque ya ves hoy como están los críos que el otro día sin ir más lejos un profesor tuvo que disculparse delante un alumno por haberle soltado una bofetada después que el chaval le hubiese tratado de hijo de puta, si, de hijo de puta. ¿Te imaginas tú lo que te hubiese ocurrido si hubieses llamado?... No, no te lo imaginas porque no hubieras podido llamar a un profesor... ¡Que digo un profesor, a cualquier un adulto !... Tratarle de hijo de puta ni de nada. Es como beberse un vaso de agua con la postura típica de los cócteles, porque estas en una de esas fiestas medio profesionales en las que se juntan los que son como tú, una panda de grafistas, que se visten todos de negro, como tú. Y de repente el vaso te sabe a agua caliente como cuando te enjuagas los dientes y sin venir a cuento le escupes el mojito de rón a la cara a tu interlocutora, una guapa grafista y no tienes tiempo de ver su reacción sino tan solo un herbajo de menta que se queda pegado a su escote como un trozo de musgo que surje del valle de sus tetas. Entonces si que te mueres.
Es como si en el momento que sientes ese peligro inminente tu psicóloga se pone a hablar de algo que nada tiene que ver con ti : un mendigo kurdo que lleva días tumbado delante de su puerta vociferando.
viernes, 7 de diciembre de 2007
miércoles, 21 de noviembre de 2007
La radio - Tomadura de pelo.
Hoy, esta tarde para ser más exacto, he comprado un secador de pelo en unos grandes almacenes. Mi sobre-Mi me impide decir las correspondientes marcas. Me lo recomendó una vendedora muy profesional y a pesar de lo feísimo que era el aparato - de gran tamaño, plástico rosa apagado con vetas como de mármol - no me atreví a rechazar su proposición. Bueno, para ser más exacto, lo intenté. Le dije que lo encontraba un poco grande, vamos, que abultaba y que su diseño romano neo-clásico era un poco llamativo. Pero la dependiente giró la cabeza para hacer ondular su cabellera parda como una leona y me fijó detenidamente haciendo con su indice un movimiento negativo que contradecía mi opinión. Luego sonrió y sus gruesos labios descubrieron una dentadura blanca de anuncio mientras avanzaba un argumento de venta imparable. "El electrodoméstico que le propongo caballero está diseñado como los otros secadores para expulsar aire caliente sobre pelo mojado, acelerando la evaporación de las partículas de agua, y secar el cabello - dijó de manera muy profesional e insistiendo de manera muy personal en la palabra "cabello". "El electrodoméstico que le propongo caballero, repitió, es elegante, ligero, barato y dispone además de una pequeña radio incorporada. Hay pues una diferencia fundamental entre este secador y los demás... Que es... Que es..." "La radio", respondí. Y ella satisfecha repitió "La radio". ¿Que podía alegar? Cojió el secador, lo llevó a caja, se despidió y pagué. Allí me lo envolvieron en papel de aluminio como si fuera un bocadillo.
Hoy mismo, esta noche para ser exactos, he probado el artilujio. Funciona como los otros secadores de pelo, sopla aire caliente y tiene un pequeño botón que permite captar la radio. Osea que uno puede secarse el pelo mientras escucha la radio. Las instrucciones indican también que la radio y el secador son autónomos, osea que se pueden utilizar juntos o por separado, lo que ques muy práctico. Esta noche puedo cenar escuchando la radio sin tener que secarme el pelo lo que supone que hubiera tenido que lavármelo antes. Odio ducharme y por la noche porque me recuerda los baños de los domingos cuando era niño y me entran ganas de llorar de puro asco.
En la radio hablá una voz calida y sensual. Dicen las instrucciones que se pueden captar varias frecuencias moviendo la manecilla pero yo solo cojo una. Es la voz femenina de la dependienta que me vendió el secador. No recaí en lo profunda que era en el momento de la venta porque su melena parda, los labios carnosos y el esmalte deslumbrante retuvieron toda mi atención pero ahora siento su fuerza de seducción. Dice la voz las noticias del mundo : la huelga de los transportes público en Francia, la visita de Hugo Chavez a Irán, el éxito de las camelias. Dice la hora. Dice que unos grandes almacenes cuyo nombre no puedo decir aquí porque me lo impide mi sobre-mi se ahorra más. Dice que si tengo colesteról tengo que hacer ejercicio y comer mejor. He acabado la cena, he comido bien, no sé si mejor. Meto los platos en el lava-platos y sigo escuchando la radio. Subo el volumen. La voz cálidad y sensual me sigue por al salón dondé me siento a hacer un sudoku mientras sigue murmurándome confindencias la voz femenina. Busco las cifras, relleno las casillas mientras la voz femenina me susurra obscenidades que me hacen sonrojarme, a mi, tan lanzando de costumbre. Me hago el tonto y sigo rellenando las casillas vacias, concentrado en el sudoku finjo ignorarla. Oigo la voz, no la miro pero conozco sus rasgos, veo su melena leonila, es la voz de la dependienta que me ha vendio el secador,
Hoy mismo, esta noche para ser exactos, he probado el artilujio. Funciona como los otros secadores de pelo, sopla aire caliente y tiene un pequeño botón que permite captar la radio. Osea que uno puede secarse el pelo mientras escucha la radio. Las instrucciones indican también que la radio y el secador son autónomos, osea que se pueden utilizar juntos o por separado, lo que ques muy práctico. Esta noche puedo cenar escuchando la radio sin tener que secarme el pelo lo que supone que hubiera tenido que lavármelo antes. Odio ducharme y por la noche porque me recuerda los baños de los domingos cuando era niño y me entran ganas de llorar de puro asco.
En la radio hablá una voz calida y sensual. Dicen las instrucciones que se pueden captar varias frecuencias moviendo la manecilla pero yo solo cojo una. Es la voz femenina de la dependienta que me vendió el secador. No recaí en lo profunda que era en el momento de la venta porque su melena parda, los labios carnosos y el esmalte deslumbrante retuvieron toda mi atención pero ahora siento su fuerza de seducción. Dice la voz las noticias del mundo : la huelga de los transportes público en Francia, la visita de Hugo Chavez a Irán, el éxito de las camelias. Dice la hora. Dice que unos grandes almacenes cuyo nombre no puedo decir aquí porque me lo impide mi sobre-mi se ahorra más. Dice que si tengo colesteról tengo que hacer ejercicio y comer mejor. He acabado la cena, he comido bien, no sé si mejor. Meto los platos en el lava-platos y sigo escuchando la radio. Subo el volumen. La voz cálidad y sensual me sigue por al salón dondé me siento a hacer un sudoku mientras sigue murmurándome confindencias la voz femenina. Busco las cifras, relleno las casillas mientras la voz femenina me susurra obscenidades que me hacen sonrojarme, a mi, tan lanzando de costumbre. Me hago el tonto y sigo rellenando las casillas vacias, concentrado en el sudoku finjo ignorarla. Oigo la voz, no la miro pero conozco sus rasgos, veo su melena leonila, es la voz de la dependienta que me ha vendio el secador,
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